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Vivimos en una época en donde convergen varias tendencias, y, aún con el imperante minimalismo que se ve en estéticas como el old money y altleshure o lo monocromatico, se impone el maximalismo como una respuesta de diferenciación, y su lema de “más es más” se mantiene vigente.


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Sumada a su filosofía, el maximalismo es más que solo ornamentaciones imprácticas o colores llamativos. Tiene su inspiración en el estilo Rococó de la primera mitad del Siglo XVIII que nació en Francia entre la burguesía y buscaba la delicadeza, elegancia y sensualidad, apostando por el hedonismo, la diversión y felicidad.

Esta filosofía se extrapola a la moda y el vestido, dándonos prendas como las colas largas, las faldas amplias o las camisas y blusas con olanes, icónicas de este periodo.
La adaptación del rococó en el maximalismo se ve en prendas ornamentadas con amplios accesorios, agregando estampados, tonalidades y texturas que se mezclan entre capas, permitiendo el movimiento de las telas y exhibiendo la habilidad de lograr armonía entre los elementos, casi como aquellas paredes de los palacios decoradas con papel tapiz colorido que combinaban a la perfección con el mobiliario con volutas y drapeados en los acabados.

Al maximalismo se le vio reaparecer en diversas ocasiones: en los 70 con la estética hippie que sobrecargaba el arreglo, o en los 80 con las mangas abultadas y los peinados elevados. Así, en 2025 el maximalismo es eclético y atemporal, pues refleja las inspiraciones del pasado, yuxtapone los elementos en tendencia y las influencias pop globales para darnos un estilo que no todos se atreven a portar.




